Durante estos días, después de la puesta de Sol, podremos observar al planeta Urano sin más que usar unos prismáticos, observándolo como un objeto cercano a la sexta magnitud en la constelación de Aries incluso desde las ciudades.
William Herschel descubrió Urano el 13 de marzo de 1781, hace ahora 240 años. El músico y astrónomo inglés andaba imbuído en sus estudios sobre estrellas dobles observándolas con un telescopio refractor que él mismo había construido -y pulido- de 153 mm de diámetro. Trataba de determinar movimientos entre las estrellas que componían estos pares cuando en aquella primavera de 1781, observó un objeto en la constelación de Géminis con aspecto cuasiestelar pero que lo tomó por un cometa por la imagen que mostraba su telescopio cuando le añadía aumentos. Lo observó durante un prolongado período de tiempo hasta que, después de mucho tiempo creyendo que fuera un cometa, concluyó que acababa de descubrir el séptimo planeta del Sistema Solar: Urano. Hasta entonces el primero no conocido por nuestra civilización.
LA OBSERVACIÓN
Urano es un planeta que puede resultar visible a simple vista desde cielos oscuros. Roza el límite de la visibilidad humana al ser de sexta magnitud y su diámetro no llega a los 4 segundos de arco, muy alejados de los casi 47″ que puede mostrarnos el planeta Júpiter en sus mejores momentos. Para su observación necesitaremos una carta de la zona donde podamos ubicar el planeta y unos simples prismáticos o un pequeño telescopio.
Lamentablemente con medios modestos no podremos distinguir más que su color verdoso (más bien cian) cuando aplicamos aumentos al telescopio, normalmente más allá de 150. El planeta gaseoso requiere de un instrumental poderoso que nos permita captar detalles. Tampoco sus satélites pueden ser observados con pequeño instrumental pues se sitúan –Ariel, Titania y Oberón– en torno a la 14ª magnitud y más débiles aún los otros dos principales: Umbriel y Miranda. Entonces ¿qué podemos ver? Pues realmente nada. Nada salvo seguir, por curiosidad, su movimiento aparente por el cielo estrellado a lo largo de las semanas mientras completa su tercera revolución alrededor del Sol desde que William Herschel lo observara hace 240 años. Aún así, su observación está llena de romanticismo, vamos a intentar observar a nuestro lejano vecino en el Sistema Solar.
LOCALIZACIÓN
Durante estos días el planeta Urano se encontrará en la constelación de Aries, no muy lejos del asterismo principal de la constelación, si observamos entre las 20 y 21 horas locales peninsulares (19h-20h TU) podremos tenerlo a unos 40-50 grados de altura sobre el horizonte suroeste. Podemos guiarnos también de Marte para situarnos, buscar Aries o incluso partir de la cabella de la constelación de la Ballena. Quizás lo más aconsejables sea iniciar el camino de su búsqueda a través de la pequeña pero llamativa constelación de Aries.
Si observamos desde núcleos urbanos contaminados sólo podremos distinguir a simple vista las dos estrellas principales de la constelación de Aries (de segunda magnitud) pero con ayuda de unos prismáticos podremos ver la tercera que formaría ese asterismo triangular que es la parte principal de Aries y que se llama Gamma Arietis.
Ya que tenemos localizada a Gamma Arietis en el campo de nuestros prismáticos, solo tendremos que ir recorriendo los menos de nueve grados que le separa de Urano. Justo al oeste de Gamma Arietis podremos observar una pequeña agrupación de estrellas en forma de número 3 cuya parte superior está formada por estrellas de la sexta magnitud (no es necesario reconocer el “3” entero). Pues bien desde esa parte superior del supuesto “3” y siguiendo hacia el oeste en el campo de visión de nuestros prismáticos (suroeste en el cielo) nos encontraremos una estrella anaranjada de magnitud 5.7. Fijémonos en ella y desplacemos un poco el campo de los prismáticos nuevamente hacia el oeste, en concreto unos dos grados de campo, ahí estará Urano junto a una débil estrella en su parte suroeste. Ya lo tenemos localizado ahora es el momento de disfrutar de ese punto lejano por el mero hecho de haberlo localizado.
Si miras a Urano con unos prismáticos o un pequeño telescopio tus observaciones no revelarán detalle alguno pero tendrás la dicha de ver al primer planeta descubierto merced al tesón, a la perseverancia y paciencia de un astrónomo. Virtudes, todas ellas, que caracterizan, sin duda, a la Ciencia en general y a la Astronomía en particular.
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